20 DE NOVIEMBRE

Aquel domingo de noviembre no era un domingo de noviembre cualquiera. Rafael apenas durmió esa gélida noche. Esperaba el alba mirando por la ventana preguntando a los luceros cuando le llamarían a hacer la eterna guardia. Su mujer, Aranchita, dormía o hacía que dormía. Ella también pensaba en sus nietos, chiquillos de noble espíritu haciendo su particular sacrificio por aquellos que, perdidos en el tiempo, dejaron huella indeleble en la Historia y en los corazones puros.

No pegó ojo en toda la noche pensando el frío que pasarían los muchachos a los que despidió hace unas horas. En las filas formaban sus dos nietos mayores que harían la marcha por primera vez. Brazo en alto se despidieron los dos del abuelo, al que se le hizo un nudo en la garganta de emoción. ¡Tantos años haciendo esa marcha!, ¡Tantos años sin poderla hacer!.

Rafael no estaba ya para esos trotes, ochenta y cuatro años, pero su sangre rejuvenecida en sus nietos llegaría de nuevo hasta la sierra de Guadarrama entre los fríos vientos de las montañas nevadas, empujados en su caminar por poesía y oración, arropados por banderas de sangre y pólvora. De sangre y oro.

Amaneció el domingo. Vendría a buscarles el hijo pequeño, Nicolás, con la mujer y los chiquillos. Habían quedado para subir todos juntos a la recién reconstruida Basílica del Valle de los Caídos.

Apenas terminaron de arreglarse Rafael y Aranchita, con el ultimo bocado del desayuno sonó el timbre. Eran ellos.

-NICOLÁS: Abre papá, que subimos.

Rafael abrió la puerta, aleteaban los nietecillos buscando los abrazos de la abuela. Ella se los comió a besos. ¡Son tan ricos!. Aranchita husmeó un momento en el costurero del que sacó unos imperdibles con unos lacitos de la bandera de España que prendió de la pechera de los abriguitos de los polluelos. ¡Que guapos están!.

En casa de los abuelos embriagaba el olor a café recién hecho y como iban bien de tiempo Nicolás se preparó una taza. Entre sorbo y sorbo intentaba ver el parque de enfrente a través de la empañada puerta de cristal de la cocina. No se veía. Una espesa niebla ofrecía un escenario de quietud y atemporalidad a la madrugada de ese domingo.

El viejo transistor siempre tuvo su lugar en el rincón de la cocina. Las señales horarias daban las nueve de la mañana. La vieja sintonía de la vieja emisora sonó, quizás, un poco mas alto de lo acostumbrado. Solo quizás.

Los servicios informativos de aquel domingo de noviembre se despacharon con una noticia de ultima hora que le dejó a Nicolás los ojos como platos.

"Noticia de ultima hora que nos viene de Caracas. En la madrugada de hoy domingo, 20 de noviembre de 2050, ha fallecido a los 90 años de edad y en su residencia en el exilio, el que fuera presidente del gobierno durante el decenio negro, José Luis Rodriguez Zapatero. Según fuentes consultadas por nuestra emisora, el fallecimiento le sobrevino mientras veía en el canal internacional de TVE la reinauguración oficial de la Basílica del Valle de los Caídos tras su reconstrucción".

- NICOLÁS: ¡Papá!. ¡Papá!

-RAFAEL: Queeee.

- NICOLÁS: ¿Has oído la noticia?

- RAFAEL: Ahora voy, hijo. Estoy en el servicio echando una meadita.

Para sí: ¡Jodida próstata!.

¿qué quieres, hijo?

- NICOLÁS: Que se ha muerto Zapatero.

- RAFAEL: ¡No me digas!. ¡Qué jodío!. Dando la nota hasta el ultimo momento. No tiene días el año. Tiene que pincharla en 20-N.

-NICOLÁS: Mamá. Que se ha muerto Zapatero. Dicen que de un berrinche.

- ARANCHITA: Pues reza por él, hijo. Recemos mucho por él para que su alma no tenga que expiar tanta culpa cometida por él en vida.

- NICOLÁS: Papá. ¿Fue tan malo como dicen?.

- RAFAEL: Verás. Cuando tu naciste, en España había lo que llamaban democracia parlamentaria, que ya antes de que ganara Zapatero las primeras elecciones en el 2004, de Democracia... solo el nombre. Pero fue llegar este tío al poder, puso todo patas arriba. Se inventó el matrimonio entre maricas, desmembró España con estatutos de autonomía para Cataluña que la otorgaban rango de Nación, que después quisieron todas las comunidades autónomas. Todavía no se sabe si por incapaz o adrede, dejó arruinado el Estado, con más de seis millones de parados, la gente pasando calamidades. De tener una relativa prosperidad, los españoles empezamos a saber lo que son los embargos por impago, las colas interminables en los comedores de Cáritas.

Ante la situación, empezó a recortar los sueldos de los funcionarios y a congelar las pensiones, pero al poco se dio cuenta que eso era como ahorrar en cerillas mientras seguía gastando en putas. Para mantener callados a los sindicatos, les sacudía cada vez más y más pasta. Para que los partidos separatistas le siguieran aprobando los presupuestos generales del Estado, les ofrecía año tras año lo que no está escrito. Las arcas del Estado vacías, el sistema sanitario se vino abajo, los pensionistas pasándolas canutas, la morosidad de las instituciones con sus proveedores provocó el cierre definitivo de muchísimas empresas. La gente desocupada deambulaba por las calles. Muchos negaban la situación alegando que los restaurantes estaban llenos y los fines de semana se llenaban las carreteras mientras no querían ver a la vuelta de la esquina de su casa cómo familias enteras se agolpaban a la puerta de atrás del supermercado para rebuscar en los contenedores.

Tú eras muy pequeño y no te acuerdas, pero nosotros mismos nos hemos visto más que apurados. Muchos pensaban que esa situación sería el ocaso de ZP, que así se hacía llamar. La crisis que desató no tenía precedentes en España. Pero las hambrunas y la miseria no fueron las que desencadenaron el 12 de febrero del 2012.

Unos años antes, el anticlericalismo del gobierno de ZP empezó de manera relativamente cauta. Hizo retirar los crucifijos de las aulas, hizo que el ejército no pudiera rendir honores a los Santos Patrones de cada Cuerpo... pero después vinieron las famosas quemas de conventos y las algaradas incontroladas que esperaban a los fieles a las salidas de misa en todas las Iglesias de España, mientras que el gobierno miraba hacia otro lado.

Las elecciones estaban previstas para el domingo 12 de febrero, y a sabiendas de su estrepitoso fracaso electoral, ZP quería abandonar el poder a lo grande. Así, el miércoles 8, redactó un Decreto para que, el entonces Rey Felipe, lo firmara. El decreto establecía el estado ruinoso del Valle de los Caídos por lo que se procedería a dinamitarlo con carácter de urgencia. El Jueves 9 de febrero a las 8 y cuarto, como el bombardeo de Hiroshima, la Santa Cruz voló en pedazos.

Las elecciones del día 12 dieron el resultado esperado. ZP al verse fuera del poder, y en virtud de seguir siendo el Presidente en funciones, sacó a la UME a la calle con el pretexto de sofocar grupos de alborotadores. Sus partidarios se coordinaron y se concentraron frente a las sedes del partido que ganó las elecciones. Las asaltaron y la cosa fue a más. Los disturbios no cesaron en toda la noche. Nadie sabía cómo acabaría todo, hasta que a la tarde siguiente, el General Estremare de la Legión se hizo con la situación, mandó al exilio a todos los cabecillas de los partidos que habían asolado España durante más de treinta años. Estableció el Estado de sitio que duró quince días. Formó un Gobierno provisional formado por eruditos en economía, historia y gente cualificada de aquí y allá. De entre todos ellos nació la idea del sistema que tenemos hoy en día: La meritocracia que hoy nos parece el sistema más ecuánime y evita repetir errores pasados

-NICOLÁS: ¡Jó!.

Vamos, papá, que ya habrán llegado los chicos a la puerta del Valle. Mamá, ¿Llevas los termos y los bocatas?.