Hace tiempo que incité a mi padre a que abriera un blog. El no tiene ordenador ni se siente en la necesidad de tenerlo por lo que haría manuscritos de todas esas historias que le han pasado en su vida, que yo me encargaría de trascribirlos en su blog.
Como pasa el tiempo y no se arranca, he decidido contaros alguna que otra de sus batallitas. Ahí va la primera.
Juanjo, mi padre, nació en Madrid en 1933, así que, por la época de la siguiente anécdota él tendría unos quince o dieciséis años. Por aquél tiempo atendía en el puesto de frutas de su madre en el céntrico mercado de Olavide.
Entre otros muchos, tenía un cliente asiduo que se perdía por las fresas. Desde que empezaba la temporada se acercaba a diario al puesto de mi padre a por una caja de fresas. Este "fresero" empedernido era D. José Millán Astray.
Solía ir en coche oficial acompañado de tres legionarios. Uno se quedaba en el coche, otro en la puerta del mercado mientras que el tercero acompañaba al general hasta el puesto de mi padre.
- ¡Buenos días Juanjito!.
- Buenos días, mi general. Vuecencia dirá. ¿Una caja de fresas?
Así todos los días. Parece ser que al bueno de D. José le hacía gracia que aquél mozo le hiciera tratamientos militares.
Una vez, D. José empezó a hacer gestos de bochorno.
-¡Juanjito!. ¿Qué tienes por ahí que huele tan mal?. ¡Puf!. ¡Qué olor!. Aquí huele a cerdo. ¿Has limpiado bien esta mañana?. ¡Qué olor a cerdo!.
Mi padre no entendía el enfado de D. José. No sabía a qué se refería. Indudablemente no había nada que pudiera oler mal en el puesto.
Millán Astray se llevó las fresas de costumbre no sin antes advertir a mi padre:
- Cuando venga mañana y vuelva a oler a cerdo, Juanjito, ten por seguro que... ¡no vuelvo mas!.
Juanjito no entendía nada pero otro cliente ya mayor, ancianito, bien vestido de muy buen trato que estaba al otro lado del puesto, le hizo saber:
-Juanjo, hijo. No te preocupes, el general no se refería a ti. Lo tienes todo impecable, como siempre. No se lo tengas en cuenta. Todo lo decía el general, lo decía por mí.
Cuando ese señor se marchó, otra clienta le informó a Juanjo de la identidad de ese señor. Era el general Borbón.(Francisco Borbón y de la Torre) que en tiempos fue acusado de tráfico ilegal de alimentos y de participar en una conspiración monárquica contra Franco.
***************************
Otra vez que vino el General Astray al puesto de mi padre, D. José se saludó efusivamente con una señora.
-¡Pilar! ¿Qué, tú también vienes a comprar la fruta a Juanjito?
- Pues sí. Atiende que da gusto y tiene un género estupendo.
- Bueno Pilar, me marcho que tengo prisa. Adiós.
Dos besos se dieron de despedida. Cuando el general ya se había marchado, Dª Pilar le dijo a mi padre:
-¿Sabes quien es?-
-Sí, claro, Don José Millán. El general Millan Astray.
- Pues es mi hermano. Muy buena gente. Tiene un gran corazón pero si alguna vez te incomoda, no se lo tengas en cuenta, que está un poco "pallá".
Al día siguiente, cuando vino el general a por su caja de fresas le dijo a mi padre:
-¡Juanjito!. ¿Te acuerdas de la señora que saludé ayer aquí?.
- Sí, claro, Dª Pilar Millán, escritora. Hermana de vuecencia.
- Pues verás, trátala siempre como tú sabes. Es una excelente persona pero no la hagas mucho caso que está un ¡"poco de la cabeza"!.
¿La anécdota es verídica? :))
ResponderEliminar¡Muy buena!
¡Y tan buena!
ResponderEliminarNo sé qué decir pero este tipo de cosas, estas anécdotas, son muy entretenidas, muy interesantes!
Sí, Apañó. Verídicas las dos.
ResponderEliminarPor aquella entonces, en el barrio donde vivían mis padres (Chamberí), residían también artistas (José María Rodero, Fenán Gómez...), políticos, (como el mismísimo Largo Caballero, vecino de la misma calle de Viriato).
Un saludo a los dos.
Buenísima, queremos más.
ResponderEliminarEse caballero fue quien gritó en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, el dia de la Hispanidad de 1936 "Muera la inteligencia". Es digno de admirar. Cuando Miguel de Unamuno osó reprenderle en su turno de palabra, no entiendo como no le cosieron a balazos.
ResponderEliminarEl espíritu de M. Astray, el espíritu que hizo grande a nuestra España.
Pues si, pero igual que grito "Viva la muerte" tambien gritó "Abajo la inteligencia". Un buen sujeto el tal. Lástima que algun moro no le hubiera acertado en plena "cocotera", i lo hubiera despachado antes del 1936. Todo eso que habriamos ganado. Una, llamesmosla "perona" como esa, no deberia haber nacido.
Eliminar