Habíamos dejado a Víctor recién llegado a Madrid allá por 1920. Como sagaz y trabajador que era no tuvo problemas en hacerse a la nueva vida.
El paréntesis que supuso el prestar el servicio militar no fue inconveniente para que una vez licenciado emprendiera de nuevo su aventura madrileña.
Recién licenciado aconteció que frente al desgobierno habido en España los últimos años, el General Primo de Rivera, dio un golpe de estado con la comprensión y el apoyo del rey Alfonso XIII.
La vida cotidiana de Víctor no se alteró lo mas mínimo. Debía levantarse temprano cada mañana para ir al mercado de abastos y comprar el género de su puesto de frutas y verduras del que era propietario.
Víctor era meticuloso en las cuentas. Lo llevaba todo al céntimo. Apuntaba en su libro de cuentas hasta el mas mínimo detalle. Un corte de pelo, los dos duros que prestó a Restituto, los cordones nuevos de los zapatos...
Cada mañana esperaba ansioso a que aquella moza navarrica hiciera su visita por el puesto. Aurora servía en casa de los últimos virreyes de Filipinas y nadie como ella sabía hacerse con los quehaceres de una casa que mas parecía el museo romántico que una vivienda. Supo ganarse el favor y el cariño de sus señores a la que adoraban por honesta y ofrendosa. ¡Menuda era Aurora!
Víctor y Aurora se hicieron novios.
Un martes de Abril, Víctor tuvo que echar el cierre al puesto. Grupos de exaltados que enarbolaban una extraña bandera, le conminaron a ello. Una vehemente muchedumbre salió a la calle para, sin esperar al resultado de las elecciones municipales celebradas uno días antes, proclamar un cambio de régimen al que llamaron República.
Un año después, Víctor y Aurora se casaron, y fueron a vivir a la calle Viriato donde con los ahorros del joven matrimonio, compraron un piso. Muy a pesar de los señores, Aurora dejó de trabajar en la casa donde la habían visto hacerse toda una mujer.
Para el verano del 33 nacería su primer hijo. Hubo quien tomó nota del gesto de que le bautizaran. Juan José vendría a llamarse el niño.
Tres años después a pesar de que España estaba en guerra, su padre abría el puesto a diario. Era lo suyo, un niño de tres añitos y su mujer embarazada libró a Víctor de verse montado en un camión camino de su Somosierra natal a pegar tiros contra los Nacionales que avanzaban desde el Norte.
A mediados de Diciembre nació Rosita. Una niña preciosa nacida en el frío Madrid del 36. Sería bautizada secretaménte en casa.
El día de Nochebuena, Aurora no estaba del todo restablecida del parto de Rosita y fue Víctor el que se encargó de preparar la cena. Tendrían una cena especial, propia de la Nochebuena, pero no habría villancicos, ni belenes ni ningún otro signo que delatara la celebración del nacimiento del Señor en casa.
Nada mas sentarse a la mesa, justo cuando el joven matrimonio terminó de bendecir la mesa, alguien aporreó la puerta. Aurora se apresuró a abrir ¿Quién será?.
Un grupo de milicianos armados con fusiles irrumpieron en casa con orden de detener a Víctor por una denuncia de ser un "fascista". La cena sobre la mesa era la prueba del delito.
Se lo llevaron escaleras abajo y su silueta se perdió al final de la calle. Al día siguiente, día de Navidad, Aurora buscó a su marido checa por checa y en ninguna le habían registrado. Así estuvo durante días con Juan José de la mano y Rosita, de días, en brazos, reconociendo los cadáveres de los fusilados en esta o aquella tapia. De la casa de campo, al cementerio de la Almudena, pero Víctor no apareció jamás . Dicen que a orillas del Manzanares. Dicen. El frío pudo con la corta vida de Rosita.
Esta es, queridos amigos, la memoria histórica que tenemos en mi casa cada Navidad , porque Juan José es mi padre y Victor era mi abuelo.
Feliz Navidad
Me has dejado los pelos de punta. Que relato más trágico y emocionante.
ResponderEliminarQue el Niño Jesús desde el Portal de Belén, os dé la paz y tranquilidad en estas Fiestas tan entrañables.
Victor está en el cielo, donde todos esperamos ir el día que Dios quiera.
Un fuerte abrazo Rafael.
Siento mucho que hicieran eso a tu abuelo. Y encima, por lo que he leido, no tenia afiliación ninguna hacia nadie, solo hacia su familia.
ResponderEliminarEn mi familia no hubo nadie metido en temas de política, pero he de decir que por lo que me han contado, una parte de mi familia viene de gente que trabajaba en el campo duramente y no eran marxistas, sino gente de bien, católicos y que con el dinero ahorrado entre padres e hijos compró alguna tierra. Para que luego digan algunos que todo lo tenían los ricos en aquella época...está claro que si alguien se mataba a trabajar era capaz de sacar adelante a su familia.
Un fuerte saludo, ¡Arriba España!.
¡Presentes!
ResponderEliminarFeliz Navidad Rafael.
Tenías razón cuando me dijiste que tenías una sorpresa para Navidad.
ResponderEliminarBien sabes que tanto tu abuelo como su hija os acompañan cada Navidad y que siempre estarán con vosotros en ese día que debería ser de Felicidad y es de recuerdo de dos crímenes sin sentido.
Un abrazo.
Triste realidad y hermoso relato.
ResponderEliminarUn abrazo.
Feliz Navidad para ti y tu familia.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo español…