LA RAMPA DEL ACEITOSO NARCISO

La nueva forma de urbanizar las ciudades ha cambiado. Ahora se llevan las grandes fincas cerradas entorno a zonas comunes de zona verde, pistas de deporte y piscina. En cierta medida es el retorno a las corralas donde los vecinos se ven obligados a interactuar cuando comparten esos espacios.

Yo vivo en una de esas urbanizaciones. 

Julián y Margarita son mis vecinos de abajo. Unos abuelillos de avanzada edad que viven solos. La salud de Julián se ha venido abajo en poco tiempo y el pobre se ha visto postrado a una silla de ruedas. 

Ante esta situación  en la última reunión de vecinos se planteó la necesidad de salvar las barreras arquitectónicas construyendo rampas para que Margarita pudiera sacar a Julián a esas zonas comunes. Todos quedamos de acuerdo en la ejecución de las rampas.

  En otro portal vive Narciso. Ese listillo sabelotodo, supuestamente arquitecto o aparejador o algo por el estilo, que se mueve entre los despachos de contrataciones de obras como pez en el agua. Sabe venderse como imprescindible ante los "pasmaos". Le encanta ser aceite en el agua. Muestra una imagen de sacrificado por la comunidad cuando en realidad, sospecho que, lo único que le ineresa es la comisión.

 - Yo me encargo de todo, decía Narciso. El presupuesto será de 1.100.- €.

Vale, pues para adelante.

En un día se hizo la remodelación. Un tramo de dos peldaños fue sustituído por una fantástica rampa del 28% de inclinación. Con dos cojones. Es mas, para que quedase bonito se soló con el más resbaladizo marmol a juego con el resto del suelo del portal abujardado en tiras cada 30 centímetros.

No es esta la rampa en cuestión, pero es una gilipollez parecida.

Margarita quiso estrenar la rampa y le fue imposible. Totalmente impracticable tanto para subir como para bajar, no ya una silla de ruedas sino andando. Saca los crampones y el piolet.

 Ante las primeras reclamaciones, el listo de Narciso calló la boca a todo el personal prometiendo poner en breve unas tiras adhesivas antideslizantes. Joder qué listo.

Cuando vi el despropósito de la obra subí a casa de Narciso a preguntarle sobre el responsable del diseño de la rampita. 

Como es de esos a los que le preguntas la hora y te cuentan la historia del reloj escuchándose solo a sí mismo, estando por encima del bien y del mal, queriendo envolverte con verborrea de tres al cuarto, no quiso reconocer su error de diseño.

No tuve mas remedio que bajarle de las orejas al portal para demostrar la imposibilidad de salvar aquel NUEVO OBSTÁCULO que bien pudiera estar en la pista americana de West Point.

Ante la postura de Narciso, exculpándose de toda responsabilidad, la conversación no tenía mas remedio que acalorarse. El hombre aguantaba con su descomunal cara dura todo con tal de no dar su brazo a torcer.

Le solté todo tipo de adjetivos a la "obra maestra": Majadería, chapuza, despropósito, disparate, payasada, animalada...

Ni se inmutaba el aceitoso Narciso.

Solo se sobresaltó y quiso romper la amena charla cuando se me ocurrió la feliz idea de decir:

 -"Si esto lo ve Albert Speer, se descojona de lo lindo".

Ahí quedó todo. Tolerantes para todo menos para...

 Finalmente la rampa-obstáculo se desmontó y la replanteé con un 12% de inclinación bajo MI RESPONSABILIDAD a sabiendas de que el presupuesto se multiplicara por tres. En la próxima reunión de vecinos cada uno tendrá que rendir cuentas de sus irresponsabilidades.

 Todo esto llevó algunos días en los que se le tuvo al corriente a Fernanda, la presidenta en turno. El último comentario de esta señora fue:

 - "Menuda lata estás dando, Rafa, con la rampita de las narices. NI QUE FUERAN TUS PADRES LOS QUE LA NECESITAN".

 Es decir, que tanto para Narciso como para Fernanda se la trae al pairo si Julián y Margarita no pueden ahora salir de casa. No les importa en absoluto. ¡Que falta de sensibilidad!. Y luego los hay que se hacen llamar socialistas.